Mis recomendaciones dietéticas - la cetosis
Llevo décadas oyendo hablar maravillas sobre la dieta cetogénica. Por desgracia, debo confesar que mi primera experiencia con ella fue bastante negativa.
En mi más reciente reseña relacionada con esta dieta, que ahora considero mi favorita, no parecía mostrarme muy entusiasmada con ella. En 2017, escribía lo siguiente sobre la cetosis:
Una dieta cetogénica es una dieta muy rica en grasas. Para lograr estos niveles, incluye también un alto contenido proteico y un bajo nivel de carbohidratos. En un comienzo, esta dieta se utilizaba ante todo para tratar la epilepsia infantil, pero, de alguna manera, se convirtió en el último grito dietético para la pérdida de peso. Yo la encuentro una dieta muy desequilibrada. Intenta forzar a tu cuerpo a utilizar la grasa como fuente de energía primaria en lugar de recurrir para ello a los carbohidratos o las proteínas. Un gramo de grasa rinde nueve calorías, en comparación con un gramo de proteína, que aportaría solo cuatro calorías. Por lo tanto, si quemas grasa, quemas más calorías.
La dieta cetogénica clásica contiene una proporción de 4:1:1 entre las grasas y las proteínas y los carbohidratos. Recurren al aceite de coco como grasa de cadena media. El inconveniente es que esta grasa produce grandes desequilibrios, pues promueve la eliminación del magnesio. Por este motivo, no resulta sostenible para la mayoría de las personas: un cinco por ciento de carbohidratos repartidos entre mil quinientas calorías equivale a apenas 30 calorías, es decir, a siete gramos. El único carbohidrato que pude encontrar que cumplía con este criterio del cinco por ciento era una zanahoria mediana. ¡Eso es todo! Esos son los carbohidratos que puedes tomar durante todo un día. Sé que estoy dramatizando un poco, pero mi conclusión es que esta dieta no resulta sostenible.
También he llegado a la conclusión de que una dieta muy rica en grasas puede llegar a sobrecargar la vesícula biliar, pues obliga al cuerpo a producir una cantidad excesiva de bilis para digerir los lípidos. Esto puede generar hinchazón en el caso de mucha gente. Su contenido en calcio es muy alto, porque se suelen comer muchos quesos grasos. Al mismo tiempo, es baja en magnesio.
En cuanto a los productos lácteos, tenemos, por ejemplo, 600 miligramos de calcio en 90 g de queso cheddar, etc. Por su parte, las personas que beben kéfir incorporan 190 miligramos de calcio por cada 180 ml. Personalmente, conozco a muchos vegetarianos que beben mucho kéfir al día, porque quieren aumentar su ingesta de proteínas. Pero no se dan cuenta de que están ingiriendo demasiado calcio.
Los médicos que promueven la cetosis admiten asimismo que se pueden producir calambres musculares, estreñimiento y cálculos renales por un consumo excesivo de calcio. El magnesio es necesario para mantener el calcio ionizado y hacerlo llegar hasta nuestros huesos y dientes. Cuando no disponemos del magnesio suficiente, el calcio se precipita en las arterias —coronarias, carótidas y renales—, desde donde puede ocasionar cálculos renales, piedras en la vesícula, espolones en los talones, calcificaciones del tejido mamario, etc. La adopción de una dieta cetogénica puede ocasionar, por tanto, problemas debido a que el cuerpo piensa que está muriendo de hambre y limita el funcionamiento de la tiroides.
¿Por qué he cambiado de opinión sobre la dieta cetogénica?
Llevo décadas oyendo hablar maravillas sobre la dieta cetogénica. Por desgracia, debo confesar que mi primera experiencia con ella fue bastante negativa. Una paciente diabética que padecía, además, obesidad me contó que, mientras hacía esta dieta, acabó en el hospital por culpa de una cetoacidosis y un empeoramiento de sus trastornos neurológicos. Basándome en este caso, decidí evitar la dieta cetogénica durante muchos años. Sin embargo, más tarde tuve conocimiento de su exitoso uso en ciertos casos de epilepsia donde ningún otro remedio resulta de ayuda. Con el tiempo, fui conociendo también sus ventajas para la pérdida de peso. Poco a poco, mis clientes empezaron a trasladarme sus preguntas sobre esta dieta, así que llegué a la conclusión de que no podía seguir mirando para otro lado —en mi caso, contemplando la cesta de la fruta, por decirlo de un modo irónico—.
¿En qué consiste la dieta cetogénica?
El 72 % de la población padece sobrepeso y obesidad, a lo que se añaden a menudo complicaciones como la diabetes, el síndrome metabólico, la hipertensión arterial, el colesterol alto u otras enfermedades cardíacas y renales. Esta dieta está diseñada para reducir los niveles de insulina, sustancia que se ocupa de almacenar la grasa, evitando los carbohidratos y activando la combustión lipídica. Al parecer, esta dieta les funciona bien a las personas motivadas; sin embargo, ¿permite revertir las dinámicas actuales de la población estadounidense, que pronostican una disminución de la esperanza de vida? Para responder a esta pregunta, he estudiado ampliamente a los defensores más exitosos de la dieta cetogénica, como el Dr. Jason Fung, un nefrólogo canadiense que trabaja con pacientes diabéticos con el fin de revertir los trastornos derivados de la cetosis. Además, yo misma he probado también esta dieta. Por todo ello, permítanme compartir con ustedes mis investigaciones y mi experiencia personal.
La culpable es la fruta
Me gustaría proseguir con mi honesta descripción de mi alimentación anterior al descubrimiento de la cetosis, que me llevó a un escenario de pérdida de peso:
Desde que me mudé a Maui, me he convertido en una adicta a la fruta, lo cual es fácil de comprender si les digo que tengo, casi al alcance de mi mano, una enorme variedad de frutas de los árboles incluso durante mis paseos matutinos. Debido a este hecho, he ido ganando peso de forma sutil y paulatina hasta que encontrarme con unos 7 kg de más con respecto al peso habitual que tuve el resto de mi vida. Debido a mi pequeña estatura, estamos hablando de unos 48 kg habitualmente. Así que me vio obligada a embarqué en una inevitable travesía: la pérdida de peso. De entrada, descarté los padecimientos propios de la forma más tradicional de régimen, que consiste en la restricción calórica, y traté de quemar calorías haciendo más ejercicio. Tuve la gran suerte de no haber hecho dieta en mi vida, lo que me llevó a pensar que aquello no se me daba bien.
Ni siquiera cuando más estricta me mostraba —y me limitaba a una sola comida al día, acompañada de sesiones de ejercicio durante varias horas—, no perdía peso. Estaba convencida de que mi báscula se había averiado. Finalmente, llegué a un punto en el que no me quedó más remedio que probar con la cetosis.
Las calorías no son la clave
Como decía, tan pronto como empecé a investigar más acerca de la cetosis, me topé con el trabajo del Dr. Jason Fung. Este especialista señalaba que, después de observar el fracaso de los tratamientos alopáticos en pacientes con daños renales, se dio cuenta de que la obesidad era la culpable de ellos. Así, rastreó los motivos de la progresión de la obesidad hacia la diabetes y la insuficiencia renal. Llegó a la conclusión de que alguien tenía que solucionar este problema, por lo que escribió sus hallazgos en su libro «The Law of Obesity» [La ley de la obesidad]. Sus investigaciones coinciden con mi experiencia: la restricción calórica y el ejercicio no han surtido un efecto suficiente en aras de mi pérdida de peso. El Dr. Fung incluso llega a decir: «El índice de fracaso de la estrategia 'Come menos, muévete más' es de aproximadamente el 99 %».
Los fundamentos de la obesidad: mi revisión de las investigaciones del Dr. Fung
El Dr. Fung, mientras vivía en Toronto, lugar de residencia de los doctores Banting y Best, responsables del descubrimiento de la insulina, se asombró al conocer que Banting ya había señalado a los carbohidratos refinados como la causa de la diabetes… ¡con 150 años de antelación! Fung confiesa que le pareció increíble llevar tomando esta medicación durante tanto tiempo antes de darse cuenta de que Banting tenía razón. El Dr. Fung tardó varios años en convencer a sus colegas de que tenía entre manos un estudio muy valioso. Afortunadamente, gracias su labor, muchos médicos se interesan hoy por la cetosis y el ayuno intermitente, y transmiten su experiencia a los pacientes.
El Dr. Fung descubrió que el aumento de peso no tiene nada que ver con las calorías, y que por eso los regímenes de pérdida de peso resultan tan poco exitosos. La razón subyacente es nuestra inestable relación con la hormona insulina. Si el cuerpo produce demasiada insulina —sustancia encargada de enviar la glucosa a las células para darles energía—, todo va bien, pero cuando las células están llenas de glucosa, el exceso de esta molécula termina llegando a las células grasas. Por eso, una dieta baja en carbohidratos que no desencadena la secreción automática de insulina mantiene los niveles de insulina bajos de forma permanente, reduce el aumento de peso e incluso permite a algunas personas revertir la diabetes de tipo II.
Sin embargo, cuando se comenzaron a sustituir las dietas bajas en carbohidratos por dietas altas en grasas, se observó otro fenómeno muy interesante. En una dieta sin carbohidratos, el cuerpo tenía que recurrir a la combustión de la grasa, lo que producía cetonas como combustible celular, ¡y permitía perder peso! Las cetonas son un producto de la descomposición natural de las grasas; en otras palabras, no son un signo de cetoacidosis, que es lo que sufría mi paciente. La cetoacidosis en la diabetes es una tormenta perfecta de cetonas elevadas, un nivel alto de azúcar en sangre prolongado y una deficiencia de insulina. Alcanzar la cetosis con la dieta cetogénica es un estado deseable. Significa que hemos alcanzado la región de combustión lipídica. Las cetonas pueden medirse analizando la orina con ayuda de papeles tituladores (de venta en la farmacia), que proporcionan información sobre la cantidad de carbohidratos que puedes comer para seguir en la zona de quema de grasas.
Permítame que lo repita: la insulina es la hormona que determina si la energía se quema en las células o si se almacena en ellas. El azúcar se almacena en el hígado en forma de glucógeno, mientras que las grasas se almacenan en las células grasas. La energía almacenada del glucógeno está tan cerca de usted, por decirlo así, como el dinero que hay en su cartera; en cambio, la grasa almacenada se parece más al dinero almacenado en el banco: es más difícil de conseguir y solo está disponible cuando se agota todo el azúcar almacenado. Cuando comemos carbohidratos, el nivel de insulina sube; cuando la insulina baja, esta le dice al cuerpo que libere energía procedente de las reservas de glucógeno almacenado en el hígado y en los músculos. No puedo dejar de mencionar otro hecho importante: una dieta rica en proteínas también estimula la liberación de insulina, especialmente cuando se trata de proteína animal. Por lo tanto, se recomienda un consumo moderado de proteínas durante la cetosis.
El ayuno intermitente
Yo conseguí entrar en cetosis ayunando durante tres días. A continuación, continué ayunando durante 24-48 horas una vez a la semana mientras perdía peso. El ayuno quema rápidamente el azúcar almacenado para poder activar el interruptor de la quema de grasas. Una dieta baja en carbohidratos te protege de quemar y almacenar carbohidratos para que puedas continuar en la zona de quema de grasas. Cuando estaba investigando sobre la cetosis y el ayuno, leí que los carbohidratos no son esenciales en nuestra dieta. Ese era uno de mis argumentos en contra de una dieta muy baja en carbohidratos, pero he cambiado de opinión al respecto después de hacer esta investigación. Cuando se necesita glucosa, el organismo puede fabricar hidratos de carbono a partir de ácidos grasos y proteínas en un proceso denominado gluconeogénesis. Por consiguiente, no necesitamos carbohidratos en nuestra dieta.
Su cuerpo necesita apoyo nutricional durante el ayuno
Cuando ayunaba, tomaba ReMag, ReMyte, ReCalcia, ReAline a RnA ReSet Drops. El cuerpo busca extraer los nutrientes y las grasas o los azúcares por medio de los alimentos que comemos. Si usted obtiene sus nutrientes energéticos de las cetonas al quemar nuestras reservas de grasa y obtiene los minerales y algunas de sus vitaminas de los suplementos, podrá ayunar durante varios días sin apenas dificultades.
Mi regla de oro para el ayuno
¿Qué puedo decir sobre el ayuno? Es tan sencillo como esto: ¡no coma nada! Sin embargo, sí puedo darle algunos consejos sobre cómo apoyar a su cuerpo aportándole ciertos nutrientes cuando se mantiene en ayunas.
Beba agua con sal marina durante todo el día junto con su dosis diaria de ReMag, ReMyte a ReCalcia. Instrucciones para la hidratación: Multiplique su peso por 0,03: el valor resultante de este cálculo será el número mínimo de litros que deberá beber durante un día. Añada a esta bebida una cucharadita de sal del Himalaya, sal celta o sal marina por cada litro de líquido.
Tome ReAline dos veces al día.
Tome RnA ReSet Drops dos veces al día.
Tome psilio y arcilla de bentonita dos veces al día para absorber las toxinas.
Si siente ganas de «saborear» algo durante el ayuno, beba infusiones sin cafeína en lugar de café. La infusión de lapacho es una de las mejores, especialmente para las personas con sobrecrecimiento de levaduras, ya que tiene propiedades antifúngicas.
Apoye su desintoxicación: La gripe cetogénica no existe
Mi experiencia en el tratamiento del sobrecrecimiento de levaduras con el protocolo Yeast Reset me llevó a utilizar bentonita líquida y psilio dos veces al día en ayunas. Lo uso para absorber las toxinas resultantes de la desintegración de las levaduras y las toxinas liberadas por las grasas. El psilio también agranda las heces y prolifera su formación. Cuando esté en ayunas, también podrá prepararse enemas con el café.
Aquí está la receta de una bebida de desintoxicación contra la levadura que yo misma tomaba durante mi ayuno:
Arcilla bentonita líquida: Empiezo con 1-3 cucharaditas. Tomo 1 cucharada dos veces al día en 120 ml de agua junto con el psilio en ayunas.
Añado primero la bentonita líquida y luego el psilio; después incorporo el agua, agito bien la mezcla y me la bebo rápidamente. La bentonita absorberá las toxinas intestinales y el psilio formará un bulto en los intestinos, por lo que continuará teniendo movimientos intestinales durante el ayuno y evitará la reabsorción de toxinas del intestino. También me hago enemas cuando estoy en ayunas. Sin embargo, no recomiendo los enemas de café a todo el mundo. Será usted quien decida si goza de un estado de salud lo suficientemente bueno como para utilizarlos.
Mi actual dieta cetogénica
Cuando salgo de un ayuno de tres días, así es como sigo la cetodieta. Comparto lo siguiente para que pueda comenzar con la cetodieta rápidamente si decide trabajar con este plan nutricional:
5:00: 1 cucharadita (2,5 ml) de ReMag en un vaso de agua con sal, junto con una de ReAline, una de Blue Ice Royal y dos de vitamina C natural (400 mg en total).
6:00: 2 cucharaditas de RnA ReSet Drops
6:15: Paseo matutino
8:00: vaso de agua con sal marina
9:30: 2 cucharaditas de psilio en polvo y 1 cucharadita de bentonita mezclada con agua abundante.
11:30: Ensalada de verduras: pollo, salmón o atún con alto contenido de grasa y proteínas medias con 3 cucharadas de mantequilla de nueces de macadamia (mantequilla de nueces). Mezcle la col rizada, los tomates cherry, el aguacate, la lechuga, la rúcula, las espinacas, la col rizada, el cilantro, las judías, las cebollas verdes, la menta, la albahaca —o cualquier otra verdura verde que le ofrezca su agricultor ecológico—. Mi aderezo casero para ensaladas consiste en una mezcla de aceite de oliva, ajo, vinagre de sidra de manzana y mostaza de Dijon. Yo me como la mitad de la ensalada y guardo el resto para tomarlo unas 5 o 6 horas después.
12:00: 2 cucharaditas (5 ml) de ReMyte, y 2 cucharaditas (5 ml) de ReCalcia
14:30: 30 minutos de natación
16:30: Segunda mitad de la ensalada
18:30: ¼-½ taza de frambuesas congeladas junto con 60-90 g de leche de coco y 60-90 g de leche de kéfir de cabra
21:30: 1 cucharadita (2,5 ml) de ReMag en un vaso de agua, junto con una de ReAline, una de Blue Ice Royal y dos de vitamina C (400 mg).
Al fijar por escrito mi dieta, me doy cuenta de que podría parecer que no como mucho, pero lo cierto es que, entre la mantequilla de nueces, el aguacate y el aceite de oliva, me siento bastante saciada. En los últimos años, cada vez que he tomado RNA ReSet Drops, me he sentido bastante llena aun ingiriendo mucha menos comida de lo habitual en mí hasta ese momento. Me gustan mucho las dos reglas básicas de la cetosis:
No comas si no tienes hambre, y come hasta que estés satisfecho.
¡Aloha!, Dra. Carolyn Dean